Homenaje al Doctor Carlos Náder Náder
MI MAESTRO
Palabras pronunciadas por el autor OSCAR CASTAÑO VALENCIA en la Inauguración del IV CURSO DE ACTUALIZACION EN CARDIOLOGIA el 26 de Mayo en el auditorio de la Clínica del ISS Seccional de Caldas.
Me resulta difícil, doloroso y aún traumático, tener que referirme póstumamente a una persona que fue mi compañero de infancia, mi colega de todos los tiempos, el amigo en los momentos trascendentales de mi existencia y por que no: mi gran maestro.
Básicamente CARLOS NADER NADER, fue simplemente eso: Un maestro. Pero no uno cualquiera. Fue uno de aquellos que supo entregar su bienestar personal, su estabilidad profesional, y lo mejor de su existencia, a esa hermosa disciplina. Sin egoísmo y sin fronteras, supo darle a las juventudes médicas sus sabias y oportunas orientaciones, pidiendo como única contraprestación; una mayor estructuración conceptual médica, una mejoría en la calidad de la atención de los pacientes, un ejercicio médico honesto, y u nos más hondos y preciados principios éticos.
Muchos estamentos universitarios, no han captado aún la magnitud de su pérdida. Posiblemente, les interese ignorar, que él rompió en dos, la historia de nuestra Escuela. Estableciendo rígidos y enérgicos procesos educativos, nunca pudo transigir con la mediocridad, la deslealtad ni la desmoralización de los parámetros formativos médicos. Fue un gigante con antifaz de ogro, es cierto, pero de noble corazón. Su gigantismo y su rectitud persistirán durante mucho tiempo en los corazones de las personas que tan íntimamente lo lloramos y que por lo tanto, juramos ante el Sumo Hacedor, continuar en el Departamento de Medicina Interna sus rectas enseñanzas y su proba línea de conducta.
Recibimos como única herencia su capacidad de lucha, elemento más que suficiente para emprender y afrontar tan delicada misión. Aceptamos desde ya cualquier reto frente al delicado compromiso de perpetuar, no solo su imagen, sino también su filosofía médica.
Su vida fue una eterna lucha, la propia de tos verdaderos gladiadores. Cometió frente a los mediocres, el gran delito de ser un hombre de criterio, siempre de frente, con la cara enhiesta, el verbo fácil y el concepto claro; afrontó y apabulló sus gratuitos detractores. De sus triunfos no conoció más que sus íntimas satisfacciones, por cuanto su noble espíritu nunca le permitió asumir posiciones revanchistas o eminentemente triunfalistas.
Su pensamiento sobre nuestra escuela lo expresa cuando escribe "Las facultades de Medicina no pueden ser convertidas en zonas de donde el populismo, la demagogia y la ineficiencia, lancen impúnemente sus raíces, si no deben ser el centro de la inteligencia donde bajo un esquema educativo y formativo se preparen quienes en un futuro dirigirán la comunidad, independientemente de cualquier factor político, racial, económico o social" Difícil encontrar en nuestro medio, un pensamiento más claro y nítido, con tanto grado de compromiso y con el cual fue consecuente, hasta su triste desaparición.
Su llegada en 1982 a la Decanatura de nuestra Facultad, significó la ruptura, como todo lo suyo traumática, de añejos esquemas educativos médicos, enquistados en la misma. Reestructuró en todos los órdenes nuestros Departamentos básicos. La programación académica tuvo su oportunidad: incentivó la integración básico asistencial, con la creación de programas mediante los cuales, quienes habíamos vivido en el falso Olimpo de un ejercicio profesional especializado de nivel pseudoterciario, tuvimos que regresar a las ciencias básicas, simplemente a recordar enseñando lo que ya habíamos olvidado dentro del cruento proceso de nuestro rutinario ejercicio médico. Modificó los parámetros que hasta entonces regulaban la educación médica. La educación continuada fue uno de sus definitivos logros, y tuvo no solo la acuciosidad sino también la laboriosidad de organ ¡zar diferentes cursos de actualización en Medicina Interna, Cuidados Críticos y otras subespecialidades. Pero quizás donde más brilló por sus cualidades de hombre ecuánime y justo, fue en la creación de los sistemas evaluativos de los núcleos de estudiantes, tanto de pre como de post grado, orientados ellos, a ser ejercidos con claridad y honestidad, sin eludir esa gran responsabilidad de definir, con compromiso y criterio, el futuro de tales estamentos.
Muchas veces por su rectitud fue vilipendiado, sobre todo por aquellos malévolos espíritus, quienes para poder satisfacer su mediocridad, hipertrofiaron sus sentimientos de autoestima, perdiendo de esta manera toda noción de autocrítica; pero sus evaluaciones fueron fundamentalmente justas y honestas y el tiempo así lo ha venido demostrando. Finalmente gozó del privilegio de haber reestructurado todos los programas de post grado, llevándolos a un nivel de tal desarrollo, que los mismos han llegado a ser tan importantes en nuestra escuela, como los tradicionales de pre grado.
Efímeramente en 1987, toma las riendas de la dirección científica del Hospital Universitario de Caldas, en donde como sus amigos lo presagiamos tuvo una corta duración. No podía ser para menos, por cuanto sus cimentados principios de autoridad nunca pudo endosarlos a entes o persona alguna, ajenas a su mundo y tradición hospitalaria. El hospital fue su sana y crónica pasión; en el, encontró no solo el lenitivo de todas sus angustias sino también la fuente inagotable de su formación de médico creador.
La muerte es la negación de nuestra profesión, él supo desafiarla y con creces; en más de una oportunidad la derrotó. Por qué debe morir el ser humano?. Por qué mueren las madres?. Por qué mueren los niños?. Por qué mueren los grandes hombres?. Por qué morimos los médicos?. Por qué murió Carlos Nader?. No losé. Todo es por voluntad de Dios. Simplemente sé que me duele que no sea ya más mi gran amigo, ni mi gran maestro.
OSCAR CASTAÑO VALENCIA.
Castaño O. Mi Maestro. [Internet]. [Consultado 2010 sep 30]. Disponible en: http://telesalud.ucaldas.edu.co/rmc/articulos/v10e3a6.htm
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